NASA ha hecho recientemente un descubrimiento notable relacionado con su sonda Voyager 2, que ha estado explorando el universo desde su lanzamiento en 1977. La nave espacial, ubicada a más de 12.3 mil millones de millas (19.9 mil millones de km) de la Tierra, experimentó una interrupción temporal en la comunicación cuando accidentalmente inclinó su antena dos grados lejos de nuestro planeta debido a un comando erróneo. Como resultado, Voyager 2 dejó de recibir comandos o transmitir datos.
Sin embargo, en una nota positiva, NASA reveló que durante un escaneo rutinario del cielo, lograron captar una señal de «latido» de Voyager 2. A pesar de la inmensa distancia, la señal logró atravesar el espacio y llegar a la Tierra aproximadamente 18 horas después de su transmisión. Esta señal confirmó que la sonda sigue funcionando y se encuentra en «buen estado de salud».
Desde el 21 de julio, la nave espacial no ha podido interactuar con la Red de Espacio Profundo de la NASA, una red de grandes antenas de radio distribuidas por todo el mundo. Además, los controladores terrestres no han podido enviar comandos a Voyager 2. Esta situación dejó al equipo de la misión con medios limitados para comunicarse con la sonda.
Para recuperar el contacto con Voyager 2, NASA empleó su enorme antena ubicada en Canberra, Australia. La antena buscó incansablemente señales débiles de la sonda. Además, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, que supervisa las misiones Voyager, dirigió la antena para transmitir los comandos apropiados con la esperanza de reconectar con la nave espacial.
Aunque aún no se ha restaurado completamente la comunicación, Voyager 2 está programada para ajustar su orientación varias veces al año para asegurarse de que su antena siga apuntando hacia la Tierra. El próximo reajuste está programado para el 15 de octubre, fecha en la que la NASA anticipa que se reanude la comunicación completa.
Mientras tanto, Voyager 2 continúa su trayectoria planificada a través del universo, cargada con instrumentos científicos. La nave espacial emprendió su odisea espacial con el objetivo principal de estudiar el sistema solar exterior. Voyager 2 y su gemela, Voyager 1, son las únicas naves espaciales que han ido más allá de la heliosfera, la burbuja protectora creada por las partículas y campos magnéticos del Sol. Cruzaron al espacio interestelar en 2012 y 2018, respectivamente.
Además de explorar Júpiter y Saturno, Voyager 2 tuvo la oportunidad única de sobrevolar Urano y Neptuno, convirtiéndola en la única nave espacial que ha visitado estos planetas distantes. En cuanto a Voyager 1, está aún más lejos de la Tierra, actualmente ubicada aproximadamente a 15 mil millones de millas, lo que le otorga el título de la nave espacial más remota de la humanidad.
Para comunicar la historia de nuestro mundo a posibles seres extraterrestres, cada nave Voyager lleva un Disco de Oro que contiene sonidos, imágenes y mensajes de la Tierra. Estos discos sirven como una cápsula del tiempo, preservando una instantánea de nuestro planeta y sus habitantes.
Aunque el reciente fallo de comunicación es un testimonio de los desafíos de explorar el cosmos, los esfuerzos incansables de NASA y su ingenio tecnológico han permitido mantener el contacto con Voyager 2, reforzando el espíritu pionero de la humanidad en la búsqueda de desentrañar los misterios del universo.
Mientras tanto, Voyager 2 continúa su extraordinario viaje a través del universo, llevando fielmente un conjunto de sofisticados instrumentos científicos. Desde su lanzamiento, la sonda ha sido encargada de desentrañar los misterios del sistema solar exterior, ofreciendo perspectivas sin precedentes sobre los reinos distantes de Júpiter y Saturno. Sin embargo, el ambicioso itinerario de Voyager 2 no se detuvo allí; fue la primera nave espacial en explorar Urano y Neptuno, solidificando aún más su lugar en los anales de la exploración espacial.
En paralelo con Voyager 1, su gemela igualmente intrépida, Voyager 2 hizo historia al convertirse en los únicos objetos creados por el hombre en aventurarse más allá de la heliosfera, la burbuja protectora de partículas y campos magnéticos emanados del Sol. Estas notables naves espaciales lograron esta hazaña en 2012 y 2018, respectivamente, cruzando hacia el territorio inexplorado del espacio interestelar.
La distancia que separa a la humanidad de sus pioneras naves espaciales es simplemente impresionante. Voyager 1, la nave líder, ha recorrido una asombrosa distancia de 15 mil millones de millas desde la Tierra, ganándose orgullosamente la distinción de ser el objeto hecho por el hombre más lejano de nuestro humilde planeta. Incluso mientras sigue su vuelo hacia el cosmos, el valiente hermano de Voyager 1, Voyager 2, está solo a unos pocos mil millones de millas de distancia, sin que su espíritu pionero se vea desalentado.
Tales prodigiosos viajes hacia lo desconocido no solo son esfuerzos científicos notables, sino también esfuerzos de profundo espíritu humano e ingenio. Capturando la esencia de la creatividad y resistencia sin límites de la Tierra, cada nave Voyager lleva un valioso artefacto: un Disco de Oro. Esta cápsula de tiempo ingeniosamente elaborada contiene una cápsula del tiempo auditiva y visual de las diversas culturas, sonidos e imágenes de la Tierra, transmitiendo un mensaje sincero a cualquier civilización extraterrestre que puedan encontrar en su largo viaje.