John McFall es el primer para-astronauta de la Agencia Espacial Europea, seleccionado para estudiar cuán factible es que una persona con una discapacidad física viva y trabaje en el espacio. BBC News lo acompañó a bordo de un vuelo parabólico, donde experimentó la ingravidez por primera vez.
Un minuto John McFall está acostado en el suelo de un avión. Al siguiente, comienza a flotar hacia arriba, aún en posición horizontal, aparentemente levitando hacia el techo.
Se ve asombrado: todos en este vuelo, lejos de ser normal, lo están, mientras ascienden lentamente al aire. La sensación de estar ingrávido, ya no sujeto por la gravedad, es extraordinaria.
Te sientes completamente fuera de control, porque lo estás. Cualquier pequeño movimiento contra algo sólido te lanza por la cabina, rebotando contra las paredes y las personas. Es como estar en una máquina de pinball en cámara lenta.
John es un candidato a astronauta con una diferencia: es amputado. Cuando tenía 19 años perdió su pierna en un accidente de moto y ahora usa una prótesis de alta tecnología.
Ahora ha sido reclutado por la Agencia Espacial Europea (ESA) para participar en un estudio innovador que evalúa cómo hacer que los vuelos espaciales sean accesibles para personas con discapacidades físicas.
«Vi que la Agencia Espacial Europea había anunciado que buscaban un astronauta con una discapacidad física», dice, «y miré la especificación de la persona y pensé, ‘Vaya, eso soy yo, me encantaría intentarlo’.»